11 de noviembre de 2011

Entre Telones

Nota:
Seguidores, si es que aún los tengo, me disculpo enormemente por no haber podido subir ninguna entrada por tanto tiempo,  me sucedieron echos irónicos: mi ordenador voló, y la reparación demoró un mes, esto sin contar la inmensa cantidad de actividades en las que he estado sumido este  último mes. Bueno sin más palabreos les dejo aquí una cuento romántico, como los que hace mucho tiempo que no subía. Agradezco su comprensión.
 Entre Telones
Ariana caminaba sola entre la llovizna por la solitaria avenida Comandante Espinar, de Miraflores. Hace poco había cumplido veinte años  y aun vivía con sus padres, en un lujoso departamento de San Isidro; su padre era dueño de una de las más grandes empresas del país, y ella era la única hija de la familia, sus hermanos ya estaban casados y vivían en otras casas con sus respectivas esposas. Su mayor sueño era ser actriz, pero no cualquier actriz sino aquellas que quedan en el recuerdo, por su carisma y su increíble libertad para representar un personaje. Cursó estudios en un exclusivo colegio de Monterrico, e ingresó a varias universidades. Sin embargo siempre abandonaba la carrera, pues su verdadera vocación era vivir sobre las tablas y esperar ansiosamente a que se abran los  telones.
***
Comandante Espinar parecía una avenida desolada, y no en la que todos los días pasaban miles de autos. Había salido a caminar luego de una acalorada  discusión con sus padres, no la dejaban seguir su vocación, empecinados con que esta la llevaría al fracaso y que acabaría casada con algún don nadie que solo se aprovecharía de su herencia. Ella sabía que eso era una posibilidad, pero de ninguna manera era razón para dejar el teatro y peor aún hacer otra cosa que no fuera actuar.  Ya llegaba a la avenida Angamos cuando, leyó en un boletín pegado al poste, que la mañana siguiente habrían audiciones en el teatro Canout,  para una obra llamada “Amor Entre Telones”. Le pareció tan interesante que apuntó el número del organizador y regreso a su casa , fingiendo que no pasaba nada, esa noche durmió pensando en cómo sería si le dieran el papel, y ella fuera la encargada de protagonizar a un ser ficticio por primera vez en un papel serio, fuera de alguna obra escolar. Abrió los ojos, por fin era sábado, se levantó rápidamente, corrió al lavabo, se miró  en el espejo, su rostro embozaba una pícara sonrisa. Por fin podría demostrar su talento con personas que la entenderían y admirarían. Salió a desayunar, se había puesto la mejor  combinación de ropa que tenía, según ella. Su madre al verla tan alegre,  le pregunto a donde saldría, y ella mintiéndole le respondió que iría al cine con sus amigas del colegio que hace mucho tiempo que no veía.  Su mamá le creyó confiando en la recta formación que le había dado a su hija.
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Realizó la audición , le dieron el protagónico ; los encargados de la audición eran el guionista y el director. Le dijeron que el papel, era como si se hubiese escrito para ella. A ella se le salieron lagrimas de felicidad, por fin tendría su primer papel protagónico, y la gran oportunidad de brillar. La invitaron a quedarse hasta el final de la audición, de modo que conociera a sus compañeros de reparto.  Conoció allí al guionista y congenió casi instantáneamente con este, se enteró  que el director de la obra había sido alumno de uno de los mejores actores del Perú, Alberto Isola.  Al finalizar, las audiciones este le invito a almorzar y ella acepto con gusto. Se llamaba Santiago Arburu,  y era alumno de literatura de una de las más prestigiosas universidades del Perú. Coincidían en muchas cosas desde su nombre preferido, hasta en el hecho de que ambos habían tenido fracasos amorosos.
***
Pasaron dos semanas y por fin se dio el gran estreno, los aplausos en su mayoría eran dirigidos hacia Ariana, había tenido un excelente debut y  las personas del medio artístico la empezaron a llenar de elogios. Una vez finalizada, Santiago la volvió a invitar a almorzar; ella hacía poco le había dicho que le gustaba otro chico que no tuviera esperanzas que eso solo lo haría sufrir más. Él se había dado cuenta que ella lo quería solo como amigo, y eso a él lo carcomía por dentro, pues en ella había encontrado a aquella personita perfecta, que todo el mundo busca encontrar. No importaba que a ella le gustaba otra porque el de ser posible la esperaría por siempre, y de no ser así quedaría como su amigo, quizás uno de los mejores, pues una amistad tan estrecha como aquella que nació entre telones y vocaciones, es simplemente imposible de olvidar.
                Thiago Zaramir Ahmed
                                Lima, 11 de Noviembre del 2011
   

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