29 de abril de 2011

La dura transcisión de el amor a la soledad.


¿Puede un escritor conocer el amor?

II. La dura transcisión del amor a la soledad.                                                             2  parte de 3
Luego de un mes, uno de los mejores de mi vida April, y yo tomamos la difícil decisión de darnos un tiempo. Mi vida no ha podido ser peor desde ese día, todas las noches camino solo en el parque donde la conocí, extrañando sus ojos, su perfección. La brisa de ese parque ahora me habla de un amor de verano, esos que duran poco, y que nunca se toman en cuenta, quizás ella lo tome así, sin embargo a  mí me marco para siempre; cada vez que voy a este parque suelto una lágrima de lo que pudo ser, de lo que pudo haber sido si hubiéramos compartido más tiempo juntos, fui al árbol, a nuestro árbol, encontré la inscripción marcada por ella, parecía tan vieja, como si hubieran pasado años desde que se tallaron esas dos letras, en el tronco de aquel árbol.  El recuerdo de aquello me hizo resquebrajarme, la extrañaba demasiado, la sola idea de verla en brazos de otro me enloquecía, en ese momento sentí que la había perdido para siempre......
***
Los días se me hacían cada vez más tormentosos, no quería ni salir todo me recordaba a ti. Todo me recordaba a ti, la música que escuchábamos, los lugares que concurríamos, era una tortura, no podía olvidarte, ese habrá sido mi castigo por no amarte lo suficiente, por no demostrarte mi amor a cada hora en cada momento que puede hacerlo, ahora pagaba esta pena inaguantable que era tener que olvidarla. Empecé a escribir poemas de la soledad arrepintiéndome de todo, me imagine en las calles de Paris, aquel que había visitado hace algunos años, solo cual hombre solitario de cuarenta y tantos años que no sabía que responder al significado de la palabra amor, que no conocía la felicidad, que vivía infeliz porque el destino lo había querido así.
***
 Rápidamente sacudió su cabeza debía  ya de dejar de pensar en ella, no podía se le hacía imposible, se sirvió un vaso de whisky, etiqueta negra, y dejo que el alcohol sumiera su efecto del olvido en el , el fino calor rozagante que deja un buen trago en la garganta solo es comparado con el calor producido por sus besos, por sus caricias, estaba destinado a morir solo, a vivir solo, a no ser aceptado jamás; estas y otras preguntas se hacia Thiago asimismo esperando encontrar una respuesta, pero no había respuesta la única respuesta la tenía el tiempo. Luego de  varias semanas de constante agonía Thiago, se animo a salir de su casa, y dio un largo paseo por el malecón de Miraflores, aquel malecón con bella vista, desde el cual en un día sin neblina se podía divisar, toda la costa verde. El mar, la brisa todo lo hizo reflexionar, alguien le palmó el hombro, giró y encontró a una bella chica de ojos color miel, que sonreía avergonzadamente ante el bochornoso incidente.
– Hola ¿Qué tal? ¿Cómo te llamas?- le pregunto con una sonrisa de sorpresa debido a la confusión.   
– Mi nombre es, Ariana-. Le dijo.  En ese momento supo lo que seguiría 
- Tu, ¿cómo te llamas? le pregunto ella
- Mi nombre es Thiago.  
- Que lindo nombre Thiago....-. Desde ese momento él ya sabia que por fin había olvidado a April.
                                                                                                              Thiago Zaramir Ahmed
                                                                                                                            Lima, 2011

15 de abril de 2011

Lo prometido               
¿Puede un escritor conocer el amor?


I. El día mas feliz en la vida de un escritor solitario                                                             1 de 3 partes
Un día muy soleado, tomé la grata decisión de salir de mi casa a caminar, ya no aguantaba el calor que me tenía sofocado, y la soledad, que me consumía lentamente. Caminé entonces hasta cierto parque en San Borja, uno lleno de arboles, y cuyo nombre no recuerdo. Me recosté entonces en las hojas caídas por el otoño que anunciaba su llegada, y me deje relajar por la brisa de la naturaleza. Cuando uno se recuesta sobre un parque, puede sentir como si los arboles hablaran, y el viento reflejara el llanto de una amor mal correspondido. Desperté y  la  triste realidad era lo  que pasaba detrás de mí; Había una pareja discutiendo sobre un supuesto distanciamiento, el chico se hartó finalmente y se fue, dejando a la chica desconsolada....
                                                     ...........***                                                                
Yo me acerque, le pregunté si todo estaba bien, me dijo que si, le dije que sea honesta, que solo la quería ayudar. Me dijo que no, que veía todo en negro, que su vida se le iba y que yo no podía hacer nada para remediarlo, le dije que le invitaba algo de tomar para conversar, ella sorpresivamente accedió. Y nos fuimos a una cafetería muy conocida, en la zona céntrica de San Borja. Me explicó, que el chico con el que discutía era su enamorado, y se llamaba Chris; que habían tenido una serie de problemas, que hicieron que llegaran a eso. Mientras hablaba, yo miraba detenidamente sus ojos, en los que encontré una ternura, una inocencia, que necesitaban a alguien que los comprenda y entienda, por lo vivido; su sonrisa, era capaz de levantar el ánimo de la persona más infeliz. De un tema pasamos a otro y las horas se nos fueron pasando en la cafetería, pero estábamos tan entretenidos, que no sentimos el tiempo pasar. Su nombre era April, tenía mi edad, y teníamos tantas cosas en común, una familia diferente, una  vida llena de prejuicios, y de pasados de los cuales nos arrepentíamos. Salimos de la cafetería ya en la noche, y fuimos al el parque donde la conocí.
***
Te recostaste en el césped, apoyaste tu cabeza sobre su hombro, le insinuaste tus sentimientos le susurraste al oído, lo tierno que había sido al preocuparse por ti. El volteó, te miró, y se fue acercando lentamente a tus labios. Finalmente sus labios se tocaron, el era un poco inexperto, tu le enseñaste, le besaste detrás de la oreja diciéndole que estaban hechos el uno para el otro, él volteó, te dirigió la mirada y te dijo que te amaba más que a nadie en este mundo. Tú te sonrojaste lo abrazaste, tú querías quedarte allí, con él hasta el fin del tiempo. El quería envejecer junto a ti, apreciando tus bellos ojos, que tanto le encantaban, y tú apreciando los suyos que tanto adorabas. Te paraste y dibujaste entonces un corazón en uno de los arboles, en el interior una “T” y una “A”  y  debajo la palabra eternamente. El te acarició el rostro, tú el suyo; le rogaste que se quedara, pero él se rehusó, alguien tenía que llevarte a tu casa. Tú corriste hacia él, lo abrazaste por el cuello,  pusiste una mirada pícara  y se fueron juntos de la mano, perdiéndose en la noche.   
                                                                                                    Thiago Zaramir Ahmed 
                                                                                                                     (Lima, Perú 2011)

5 de abril de 2011

Crimen Vivido......

Disculpadme seguidores por mi siguiente entrada pero creí necesario publicar lo que esta contiene.  
*Aviso importante para los lectores, no tiene concordancia con lo anteriormente publicado.

Supersticiones Inminentes

Caminando a travéz de la calle del cementerio, en la fría noche; no tenía idea alguna de lo que iba a ocurrir. Ahora que lo pienso debí de haberle hecho caso al anciano del hotel, que me dijo que no saliera sólo, en la noche, que esta ciudad era peligrosa en las noches; pero yo le hize caso omiso pensando que aquel anciano, ya era senil, que nada de lo que me dijera, lo iba a hacer concientemente. Entonces yo seguí caminando por aquella calle, de los suburbios de la ciudad; para mala suerte mía, esa ciudad era Lima. En eso hubo un fuerte apagón que se llevo toda luz visible en el acto, el viento se hizo más frio; el hecho de estar solo en la oscuridad, en una ciudad que no conocía, aumentaba mi desesperación.
Me dí vuelta, y caminé rumbo a mi hotel; en eso un chillido desgarrador, que provenía de una voz femenina cerca a mí, aceleré el paso, y escuche los pasos de alguien que me seguía. En ese momento sentí que la piel se me erizaba, y que el aliento se me congelaba; divisé la sombra de mi perseguidor en los ladrillos del edificio, al lado de la calle.
Comenzé a gritar, a pedir ayuda, mientras veía que el hombre se me acercaba más y más; como pude, traté de trepar la reja que separaba el cementerio de la calle, pero era muy alta...
El hombre se me siguió acercando, se asomó a la luz y divisé su rostro, era lo que temía; era el rostro del asesino más buscado de la ciudad, la cual estaba llena de afiches con su rostro. El asesino, se hacia llamar    "el ibérico" debido a su ascendencia española, y a su acento, ya que tenía problemas al pronunciar la ese.
Sacó entonces su arma blanca, y la miró como si se tratase de una obra de arte. 
- Sabes, me dijo el ibérico, con su acento español.
-Matar debería de considerarse un arte, ya que uno lo tiene que hacer con paciencia, con dedicación, y sólo los que saben hacerlo bien, resaltan. 
Empezé a temblar del miedo, y acercó la hoja del cuchillo hacia mi cuello.
-Tranquilo, esto no dolera mucho.......; dijo finalmente introduciendo la cuchilla en mi cuello
No recuerdo más a partir de ese momento, no sé donde estoy, solo sé que me hubiera gustado escribir esto de poder haberlo hecho en mi vida... y que ahora soy parte de todo y estoy en todos lados....
                                                                                                              Thiago Zaramir Ahmed 
                                                                                                                                Lima, 2010