Disculpadme seguidores por mi siguiente entrada pero creí necesario publicar lo que esta contiene.
*Aviso importante para los lectores, no tiene concordancia con lo anteriormente publicado.
Supersticiones Inminentes
Caminando a travéz de la calle del cementerio, en la fría noche; no tenía idea alguna de lo que iba a ocurrir. Ahora que lo pienso debí de haberle hecho caso al anciano del hotel, que me dijo que no saliera sólo, en la noche, que esta ciudad era peligrosa en las noches; pero yo le hize caso omiso pensando que aquel anciano, ya era senil, que nada de lo que me dijera, lo iba a hacer concientemente. Entonces yo seguí caminando por aquella calle, de los suburbios de la ciudad; para mala suerte mía, esa ciudad era Lima. En eso hubo un fuerte apagón que se llevo toda luz visible en el acto, el viento se hizo más frio; el hecho de estar solo en la oscuridad, en una ciudad que no conocía, aumentaba mi desesperación.
Me dí vuelta, y caminé rumbo a mi hotel; en eso un chillido desgarrador, que provenía de una voz femenina cerca a mí, aceleré el paso, y escuche los pasos de alguien que me seguía. En ese momento sentí que la piel se me erizaba, y que el aliento se me congelaba; divisé la sombra de mi perseguidor en los ladrillos del edificio, al lado de la calle.
Comenzé a gritar, a pedir ayuda, mientras veía que el hombre se me acercaba más y más; como pude, traté de trepar la reja que separaba el cementerio de la calle, pero era muy alta...
El hombre se me siguió acercando, se asomó a la luz y divisé su rostro, era lo que temía; era el rostro del asesino más buscado de la ciudad, la cual estaba llena de afiches con su rostro. El asesino, se hacia llamar "el ibérico" debido a su ascendencia española, y a su acento, ya que tenía problemas al pronunciar la ese.
Sacó entonces su arma blanca, y la miró como si se tratase de una obra de arte.
- Sabes, me dijo el ibérico, con su acento español.
-Matar debería de considerarse un arte, ya que uno lo tiene que hacer con paciencia, con dedicación, y sólo los que saben hacerlo bien, resaltan.
Empezé a temblar del miedo, y acercó la hoja del cuchillo hacia mi cuello.
-Tranquilo, esto no dolera mucho.......; dijo finalmente introduciendo la cuchilla en mi cuello
No recuerdo más a partir de ese momento, no sé donde estoy, solo sé que me hubiera gustado escribir esto de poder haberlo hecho en mi vida... y que ahora soy parte de todo y estoy en todos lados....
Thiago Zaramir Ahmed
Lima, 2010
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